17.4.09

San Sebastián.
Te despiertas a las cuatro menos diez de la madrugada, no sabes por qué. Después de un rato sin conseguir volverte a dormir, te levantas a beber agua. Y cuando vas a volver a la cama, te llama la atención el sonido de las olas. Te diriges a la ventana, y abres un poco las cortinas. Ves a la poca gente que queda por el paseo, caminando rápido; la arena, iluminada por las farolas, tan blanca que parece nieve; las luces de la calle y el resto de la ciudad. Y, de forma intermitente, el haz de un faro. Te acuestas, y vuelves a dormirte mientras tu respiración se acompasa al sonido de las olas.

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